Cuando el abuelo Torcuato me pidió que escribiera el Libro de Oro, no podía decirle que no. Pero ahí empezaron mis tribulaciones, pues me robaron el ordenador con la única copia del libro...
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información