Aunque recientemente se ha puesto en tela de juicio que la productividad de la agricultura española fuera tan reducida como se venía sosteniendo en los trabajos clásicos, difícilmente podría cuestionarse -sostiene James Simpson- el hecho de que su contribución al desarrollo del país fue reducida durante los doscientos años que van de 1765 a 1965. Sin embargo, este libro no trata de campesinos "atrasados" que asignaron recursos de forma ineficiente y que no aprovecharon las oportunidades del mercado. Su tema son las dificultades para aumentar la productividad del trabajo en la agricultura nacional. Fruto de largos años de investigación y magníficamente documentado, La agricultura española (1765-1965): la larga siesta, comienza en un momento crucial en que la creciente población en España, al igual que en el resto de Europa, empezaba a presionar fuertemente sobre los recursos y finaliza a mediados de los sesenta, cuando la agricultura tradicional comenzó a cambiar con rapidez, con un crecimiento significativo de la productividad del trabajo y transferencias de recursos a otros sectores.