Tony es un niño conflictivo en la Gran Bretaña de posguerra, un «bala perdida
» al que expulsan del colegio católico por mal comportamiento y que
debe ingresar en un colegio protestante. A Ben, un ferviente católico que
vive en una caravana con su mujer Lily, le preocupa que Tony «pierda el
alma» por recibir una educación protestante, y se ofrece para darle clases
de catequesis; pero la debilidad de carácter de Tony le impide resistirse
a las insinuaciones de Lily, y Ben, al sorprenderlos en una situación
de lo más embarazosa, decide que Tony debe dar un giro a su vida,
por lo que se lo lleva a la isla de Wight, donde le presenta al padre Joe,
un monje benedictino que lo acoge con bondad y comprensión.
Las conversaciones con el padre Joe a lo largo de su vida se convierten
en un oasis de tolerancia y paz de espíritu.