En el reino de Tiro, con tan solo diez años Hiram fue destinado al sacrificio, pero sus padres, con una estratagema tan audaz como cruel, lograron burlar al destino. Enviado en secreto a Egipto, pudo desarrollar allí, en un ambiente de intrigas y traiciones, pero también de fiebre artística, sus capacidades, hasta el punto de convertirse en favorito del faraón y también en un solicitado constructor de templos y palacios.
Hiram, el que fuera un niño condenado y un hombre acosado, parecía por fin haber conseguido la gloria y haberse sobrepuesto a la maldición que le perseguía. Fue esa gloria la que impulsó a Salomón, rey de Israel, a elegirle para construir el Gran Templo de Jerusalén. Con ello se abrió una etapa de colaboración entre los dos hombres, enturbiada cuando entre ellos se interpuso la más fascinante y peligrosa de las mujeres: Balquis, reina de Saba.
Novela e historia, Hiram, arquitecto de reyes es sobre todo una lectura apasionante y enriquecedora que, buceando en el pasado, trae al presente sentimientos, actitudes y pasiones que forman parte del trasfondo intemporal del ser humano.