Hay infidelidades que duelen y otras que enojan; algunas se perdonan, otras se asumen pero ninguna se olvida. También están las que se obvian en favor de la supervivencia.En el momento en que la infidelidad se proclama a los cuatro vientos, causa dolor, provoca escarnio y cambia su nomenclatura para llamarse traición. Es cierto que la infidelidad adopta su nombre en el momento en que se desenmascara al infiel, pero si hay que descubrirlo, intentemos que sea de la manera menos dolorosa posible.